Jenny Carrasco, de 46 años y originaria de Salinas -cantón de San Vicente, en la provincia de Manabí, Ecuador- es una de las tantas beneficiarias del proyecto "Mujeres organizadas por una Costa ecuatoriana resiliente e inclusiva", ejecutado por el CISP y financiado por la Unión Europea en el período 2017-2020.
Según sus propias palabras, gracias a este proyecto su vida ha experimentado un cambio radical. Este es su testimonio.
"Si me pides que te diga cómo era mi vida antes y cómo es ahora, puedo decir que he sido una mujer dedicada a mi casa, a mi marido y a mis hijas. Dejé de ir a la escuela a los 16 años cuando me casé, porque a mi marido no le gustaba que estudiara. Y así fue pasando el tiempo hasta que en 2014 me uní a la asociación de mujeres emprendedoras de la comunidad donde vivo y pasé mi tiempo entre la gestión de mi tienda de ropa y mi negocio de pesca de camarones, que me daba un ingreso extra. Sin embargo, cuando el terremoto nos golpeó en 2016, las cosas cambiaron, mi negocio quebró y lo único que nos quedó fue la voluntad de salir adelante y levantarnos de los escombros. El grupo se consolidó aún más, nos organizamos para solicitar apoyo a la municipalidad y, como un regalo del cielo, el Proyecto Mujer vino a transformar nuestras vidas.
Las clases a las que asistí como parte del proyecto despertaron en mí un inmenso deseo de retomar mis estudios. Al principio pensé que era demasiado tarde para empezar de nuevo, pero los consejos que recibí de los expertos y formadores del CISP me motivaron a tomar la decisión de terminar los estudios después de 29 años. Fue difícil porque tuve que administrar el tiempo entre la casa, el trabajo en la fábrica y los estudios, pero definitivamente valió la pena.
El camino a veces se hace difícil, y no niego que a veces he pensado en abandonar, en tirar la toalla, en renunciar, pero siempre me viene a la cabeza una pregunta que alguien me hizo en un momento de desesperación: "¿Has nadado tanto para ahogarte en la orilla? ¿Vas a tirar todo ese esfuerzo por algo que tiene solución? En ese momento supe que tenía que seguir adelante y ahora estoy donde estoy gracias a esos ángeles que Dios pone en tu camino.
Actualmente estoy cursando el tercer año de la carrera, trabajo en la planta procesadora de camarones y en la fábrica de hielo en el área de administración y comunicaciones, y con mi familia tenemos un emprendimiento gastronómico independiente, que nos permite vivir cómodamente.
Me siento muy optimista sobre el futuro y a la vez muy agradecida con el Proyecto Mujer porque me ha transformado de una mujer insegura, tímida y sin metas ni futuro a una mujer emancipada, segura de sí misma, que cada día adquiere conocimientos para transmitirlos a los demás, con metas claras y grandes ideas para el futuro.
Me gustaría enviar este mensaje a todas las mujeres de América Latina y el Caribe: "Nunca es tarde para volver a empezar. Nunca es demasiado tarde para tomar decisiones que beneficien nuestras vidas. El poder de cambiar el futuro está en nosotras, tenemos voz y juntas transformaremos nuestra realidad por el bien de nuestra familia y nuestra comunidad. No te desanimes porque siempre hay una luz al final del túnel".